Los primeros días

Día 1


Después de semanas de viaje, la caravana imperial, de unos 35 integrantes, avistó a lo lejos su destino. Al final de una vasta e inexorable sabana, naciendo tímidamente al borde de unas antiguas colinas, asomaba la jungla. Un extraño verdor después del seco amarillo de la pradera tropical.


Los exploradores descubrieron dos cosas: una suerte de pueblucho construído en la linde selvática y unas extrañas cuevas artificiales en las colinas.

Dos grupos fueron despachados, ambos volviendo satisfactoriamente: el primero, enviado a las colinas, encontró un antiguo espíritu oscuro atado allí, y lo eliminó, guardando las espaldas de la compañía. El segundo trató con los posibles "bandidos" asentados en la región, descubriendo que no eran más que exiliados del Imperio. Sorprendentemente, el hombre que hablaba por ellos, que se hacía llamar Kirk, accedió a unirse a la caravana a cambio de protección, trabajo y comida.


Día 2


Al día siguiente, habiéndose asentado la caravana en el lugar indicado, se fue a buscar a los exiliados, para encontrar su campamento arrasado y a sus habitantes, desaparecidos. Un exiliado, herido de muerte, consiguió explicarles al grupo de rescate lo que había pasado con sus compañeros: hombres serpiente los habían subyugado, atado con cadenas y arrastrado hacia la jungla. 


Adentrándose en la jungla, nuestros compañeros fueron emboscados por una suerte de ranas antropomórficas (llamadas Bullywugs), al parecer sirvientes de los captores. Siguiendo los rastros del grupo, unos compañeros que no pueden si no ser llamados héroes consiguieron salvar al grupo de exiliados con la ayuda de un pequeño grupo de trents. Los hombres serpiente, llamados Yuan-Ti, habían llevado a sus rehenes hasta una antigua cueva con forma de cabeza de serpiente dentro de la jungla, en una pequeña pared rocosa. Allí dentro, una sacerdotisa Yuan-Ti rezaba a un dios oscuro llamado Merrshaulk y pretendía, según parece, despertarlo mediante el sacrificio de nuestros hermanos. El grupo de héroes logró detener el ritual a tiempo, para desgracia de la sacerdotisa.



Día 3


Un pequeño grupo de rastreadores fue enviado a seguir el rastro de los Yuan-Ti, para descubrir su origen y el nivel de peligro que significaban para el futuro de la empresa. Fueron ralentizados por un par de gorilas, que fueron rápidamente despachados, su carne y su cuero aprovechado en nuestra empresa. Parece que la caza en la zona sería buena. 


Los rastreadores llegaron a orillas de un gran río, de rápidas y peligrosas aguas. Al este de allí, una enorme catarata indicaba que esa parte de la jungla se asentaba sobre una enorme meseta. Además parecía que los rastros de los Yuan-Ti venían, de alguna manera, de más allá del río. Buscando una manera de cruzar, el grupo de rastreadores fueron emboscados por un espíritu del bosque, una dríade. Parecía que teníamos aún más vecinos en aquel inhóspito terreno. Por suerte, el pequeño pueblo de dríades parecía pacífico, incluso amistoso, y una anciana espíritu fae ligado a un gigantesco árbol, llamada Ael, envió un mensaje de paz. Teletransportados por la magia feérica de la anciana, los exploradores regresaron raudos al campamento para informar del posible aliado del que disponíamos allí.

Mientras tanto, los trabajos en el campamento habían empezado, las caravanas asentadas en suelo firme, y una pequeña empalizada construída alrededor, proporcionándonos un poco de resguardo de aquella peligrosa tierra a la que habíamos llegado.


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